Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
Publicado el
25 feb. 2019
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Dolce & Gabbana entra en el juego

Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
Publicado el
25 feb. 2019

En el bullicio, las luces se apagan. En una pantalla grande se proyecta una película en blanco y negro. Haciendo zoom en el taller de Domenico Dolce y Stefano Gabbana, se ve como trabajan en medio de su equipo, uno apoyado en un dibujo con un lápiz, la cinta métrica cuelga de su cuello, el otro con las tijeras y la aguja. Savoir-faire, tradición, precisión, pasión. Todo queda dicho en este manifiesto cinematográfico proyectado en la apertura del desfile.


Dolce & Gabbana - Otoño-Invierno 2019 - Womenswear - Milán - © PixelFormula


Como en el desfile masculino de enero, Dolce & Gabbana ha querido celebrar la elegancia en todo su esplendor y recurriendo a un nuevo maestro de ceremonias para presentar su colección de prêt-à-porter femenino para el otoño-invierno de 2019-20, como lo hacían las casas en el pasado, anunciando a las diferentes modelos en cada pase.

Tras su escritorio, a la derecha del escenario bordeado por grandes cortinas de terciopelo rojo y ensombrecido por una gran lámpara de araña, este Monsieur Loyal explica al público que la colección "está dedicada a la elegancia femenina, que se puede encontrar en muchas obras maestras de la pintura italiana, retratos de Leonardo da Vinci, Rafael, Botticelli o las famosas Madonnas de Antonello de Messina". Una larga e ilustre filiación estética, que culmina en esta colección, donde están invitados todos los savoir-faire y artesanías del made in Italy.

El desfile, con casi 130 siluetas, abre con las notas melancólicas de La Strada de Federico Fellini con una serie de trajes masculinos. Vistiendo un fieltro Borsalino, con una corbata de lazo, las mujeres llevan pantalones de talle alto y chaquetas cruzadas de corte impecable, envueltas en grandes abrigos de lana negros o blancos. Sus esmóquines o trajes de tres piezas están hechos naturalmente a medida. Los redingotes de grandes capas completan la imagen con un sombrero de copa.

Tras el look masculino, cambio radical de registro. La casa nos sumerge en un ambiente de boudoir ultra-chic con tonos pastel suaves y sedosos: Vestidos y camisones en satén de colores con encaje, pijamas de muselina de gasa bordeados de visón, albornoces. Sin mencionar los camisones y los vestidos palabra de honor en velo transparente, llevados con pelerinas atadas alrededor del cuello con largas cintas.


Dolce & Gabbana, otoño/invierno 2019-20 - © PixelFormula


El guepardo y el leopardo aparecen en una serie de modelos, como vestidos de gasa, pantalones de lana o inserciones en vestidos negros. La temática animal también está disponible en trajes o en brocado o muaré, vestidos con relucientes flecos o una larga capa negra decorada con motivos dorados. Las flores, temática querida por los diseñadores, también se reúnen en grandes ramos multicolores, que se extienden en vestidos acampanados o más ajustados al cuerpo, descendiendo hasta los tobillos.

Los tejidos masculinos como el tweed, príncipe de Gales, pata de gallo y la lana en estampado sal y pimienta recobran fuerza en el siguiente capítulo con piezas de sastre y trajes con un look retro rigurosamente en blanco y negro, donde también se pueden ver lunares, un clásico de la casa. Después del blanco y negro, llega el color con trajes monocromos de color intenso: verde gasolina, fucsia, mostaza, rojo amapola, rubí, amarillo dorado, etc.

En esta colección no faltan los vestidos de novia, con cinco modelos vestidas con piezas de tul kilométricas, ni trajes de noche, alternando vestidos brillantes cubiertos de pedrería, purpurina y lentejuelas, o con incrustaciones doradas con perlas y piedras preciosas con trajes masculinos de brocado.

El desfile concluye con el tema icónico de Dolce & Gabbana, "Nero Sicilia" (Sicilia negra), interpretado en particular por el vestido negro, una pieza fuerte de la casa. Simple, sin decoraciones superfluas, siguiendo las curvas de la mujer, que representa en sí misma el emblema de esta elegancia italiana un poco retro y mediterránea, que también se puede encontrar en los sublimes trajes negros de los años cincuenta.

En la gama de accesorios, destaca este bolso liliputiense del tamaño de un sello o una medalla que estos hermosos vestidos de encaje negro balancean al final de una cadena de oro como un incensario.

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